domingo, 21 de noviembre de 2010



¿Cuánto tiene que durar un sueño para que se convierta en inolvidable? Tú aún me sonríes desde el otro sofá mientras empiezo a conocerme todos los edredones
de tu casa, y no, aún no se si terminar de creerlo o no, si pierdo o gano creyendo que es un sueño. Y es que contigo se me escapan los días y las semanas como se me escapan los últimos besos en la última esquina, lentos, pero firmes, y un poquito tiritando. Y cuando, a veces, tirito de más, me vuelves a demostrar lo sumiso de tus labios, lo íntimo de tu nueva caricia, la incrédula novedad en tus ojos y palabras. Demostrando, de la forma más humana, que no estás por la labor de hacer de esto algo mortal. Sonrío.



Aún quedan muchos paseos de Abril, cafés de Noviembre y chuches de entremañana que tomar. Juntos.

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