miércoles, 8 de diciembre de 2010



Vuelve. Vuelve aquello que no sabría determinar y utilizo "todo eso". Vuelven los detalles. Vuelve el saber cuándo una prenda huele a ti. Vuelve la emoción de una canción, el vello de punta con una carta y hasta el efecto somnífero de una mantita y caricias. Vuelven las horas que se pasan y vuelve pasarme de la hora. Vuelve saber que te había echado de menos mucho antes de conocerte mientras escucho la respiración más calmada que me dice que te has quedado dormida en mi regazo. Por volver, vuelve hasta escribir cualquier cosa desde el último autobús en ruta del día, sin saber ni cómo empezar ni cómo terminar, como siempre.


amar(te) es lo único que he hecho bien en mi vida.

domingo, 5 de diciembre de 2010



Hoy no ha habido música de The Kooks en el iPod, aire fresco y foráneo en mis pulmones, siquiera de más allá de mi habitación, tampoco he escuchado una sola vez el sonido de mi cámara al hacer una foto, o un par de notas de mi guitarra. Ni siquiera sabría decir a ciencia cierta si ha habido una sonrisa en mi cara en 24 horas. Que me perdone Paolo Giordano, pero algo más se ha de hacer en un día que releer su "La soledad de los números primos" por tercera vez. Siempre he odiado los domingos, pero este me ha sedado. Supongo que se el por qué. Ojalá hubiese sido un fin de semana normal.


Aquí no pasan los días, pasan las horas, y muy lentas. No hace día y medio, hace 30 horas que te fuiste y faltan 51
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sábado, 4 de diciembre de 2010



Los latidos se quejan, y dependes de ellos más que nunca. Cada segundo se amotina, como el ejército que nunca supe comandar. Andar cuesta, y se vuelve tosco, pesado, eso sí, sin perder la elegancia y salvando las apariencias con dos o tres sonrisas de rutina. El estado de ánimo se envuelve en un ciclo caprichoso dependiente de una corriente sin fin de ideas, pero tiende a surgir la desesperación edulcorada en el momento más inesperado, o no, cuando ya pareces haberte ido. Qué diantres, soy rehén de esos segundos amotinados. ¿Quién va a la guerra a buscar comfort? Podéis llamarme suicida.



¿Cómo olvidar aquellos primeros días sin ti?